N.P. Granx está muerto, y “Recuerdos de la Muerte” es su epitafio. Durante los ocho años del proyecto, siempre me interesó explorar la idea de los álbumes conceptuales. Todas las obras de Granx, desde “Permite que te hable de Kustaa” (2017) hasta “Mater Dysphoria” (2023), e incluso las dos producciones con Templo Hueco (“Treno a la Voluntad del Dios en Esqueleto”, 2015 y “Siniestro EP”, 2019) están diseñadas como entidades circulares, cuya naturaleza debe ser contemplada y experimentada desde la inmersión absoluta. La estética, los discursos, los escenarios sonoros: todo forma parte de un leit motiv indivisible. En otras palabras: los álbumes de N.P. Granx NO son colecciones de singles y NO deben ser tratados como tales. Cada uno posee su propia línea teórica y argumental e, incluso, las conexiones entre ellos conforman un entramado mayor que tiene su propio sentido.

No obstante, también soy un fiel creyente de LA CANCIÓN. La idea de un microuniverso sonoro de pocos minutos es fascinante por sí misma; por eso he procurado que, dentro de la experimentación conceptual y las narrativas extendidas, siempre exista un espacio para la canción. De eso se trata “Recuerdos de la Muerte”: de recuperar pequeños trozos, fractales que dan cuenta de mundos más extensos pero que tienen cualidades suficientes para representarlos en un formato directo, inmediato. La mayoría de los temas contenidos en esta recopilación tienen ese formato: uno que se puede tararear, cantar o escuchar independientemente de su contexto original.

La contraparte en la obra de Granx, los temas abstractos, amorfos, experimentales, son otro asunto. De esos no podría hacer una selección porque ellos representan el lenguaje elegido, la materia prima, la esencia y voz de N.P. Granx. Y no los concibo aislados de su marco.

Pero por fortuna, aún en el último estertor, en el último clavo sobre el ataúd, siempre existirá el recuerdo de la canción. N.P. Granx está muerto. Aquí están sus canciones.


— NÉSTOR POMPEYO GRANJA. ENERO, 2023.


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